Hoy mi corazón rebosa de alegría al escuchar que Dios sanó una persona muy cercana a mí...
Me remonta al 2015, año en el cual los médicos creyeron que podía tener un cáncer muy extraño en mi ojo izquierdo. Exámenes, cirugías, inyecciones y biopsias me recuerdan que mi Dios es Dios de los milagros.
Hace unas semanas, ambos ojos se me empezaron a inflamar. Recuerdo orar, ponerme gotas y llorar, pero sobretodo recordaba el dolor que sentí esa vez en mi ojo porque el dolor que tenía era muy similar. Una de esas noches me acosté y le escribí a unas amigas para que oraran mientras con lágrimas escuchaba Lo Harás Otra Vez (Elevation Worship) y recitaba el Salmo 116.
Esa noche algo pasó
Porque al día siguiente mis ojos estaban desinflamados y podía ver mejor. Ningún médico me lo dijo, pero yo sé que ÉL ME SANÓ.
De esto se trata esta entrada, ¿sabes? Hoy mi corazón está lleno de gratitud y alegría, pero hace un tiempo estuvo lleno de lágrimas y tristeza. Por eso hoy, desde el otro lado te digo que sí hay fortaleza y consuelo, que aunque muchas veces las situaciones parezcan iguales, Dios y está levantando y fortaleciendo. Que aún si te cansas de seguir caminando por la vida, Abba te levantará en sus brazos y te cargará hasta que puedas seguir. Hoy quiero que sepas que si Jesús venció la muerte, puede vencer lo que estés viviendo. Quiero que sepas que hay esperanza, y que lo que has vivido hasta ahora, cada cicatriz va a ayudar y a enseñar para sanar las heridas de alguien más.
Así como mi testimonio médico y aquel desierto del 2015, por la gracia de Dios ha dado esperanza a otras personas y hemos podido alabar y adorar juntas, de la misma manera tú vida será un testimonio que levantará muchas vidas.
Disfruta el proceso.
Te dejo mi Salmo...
Yo amo al Señor porque él escucha mi voz suplicante. Por cuanto él inclina a mí su oído, lo invocaré toda mi vida. Los lazos de la muerte me enredaron; me sorprendió la angustia del sepulcro, y caí en la ansiedad y la aflicción. Entonces clamé al Señor: «¡Te ruego, Señor, que me salves la vida!» El Señor es compasivo y justo; nuestro Dios es todo ternura. El Señor protege a la gente sencilla; estaba yo muy débil, y él me salvó. ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el Señor ha sido bueno contigo! Tú, Señor, me has librado de la muerte, has enjugado mis lágrimas, no me has dejado tropezar. Por eso andaré siempre delante del Señor en esta tierra de los vivientes. Aunque digo: «Me encuentro muy afligido», sigo creyendo en Dios. En mi desesperación he exclamado: «Todos son unos mentirosos». ¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado? ¡Tan solo brindando con la copa de salvación e invocando el nombre del Señor ! ¡Tan solo cumpliendo mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo! Mucho valor tiene a los ojos del Señor la muerte de sus fieles. Yo, Señor, soy tu siervo; soy siervo tuyo, tu hijo fiel; ¡tú has roto mis cadenas! Te ofreceré un sacrificio de gratitud e invocaré, Señor, tu nombre. Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo, en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, oh Jerusalén. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor! Salmo 116:1-19 NVI-S https://bible.com/bible/128/psa.116.1-19.NVI-S