"The bleeding won't stop until you find the wound"
No va a dejar de sangrar hasta que encuentres la herida.
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¿Alguna vez has escuchado que la sangre es escandalosa? Resulta que una vez cogí por el lado del filo de la cuchilla esos depiladores de cejas (solamente lo cogí y sin querer hice un poco de presión) y me corté la yema del dedo pulgar. Al principio no me dolió pero como la sangre es escandalosa, seguía saliendo. Después de unos minutos se me durmió el dedo, y a las siguientes horas me quedó doliendo. Cada vez que iba a usar mi celular y escribía un mensaje me volvía salir sangre, así que debía dejarlo quieto para que no doliera o sangrara. En medio de eso, sentí que así son nuestras heridas cuando no dejamos que Dios las sane y por eso decidí escribir esta entrada.
Así son tus heridas cuando no me las entregas ----Dios
Sin importar el tamaño de nuestras heridas, una pequeña puede "arruinar" nuestros días, como una continua molestia. Precisamente, pueden ser como una cortada de papel que aunque sea en la punta del dedo, arde y no permite tener una buena movilidad. Las heridas no están sangrando o doliendo siempre. A veces el dolor se mantiene en silencio pero un poco de presión y vuelve a sangrar. En otras ocasiones sangra a menudo porque esa zona se "usa" a diario, como si todos los días algo destapara la herida.
Cuando no entregamos nuestras heridas a Jesús, no sanan. Es así de simple, Jesús es el único que trae sanidad y sin Él, las heridas siempre van a estar expuestas. Cuando no entregamos nuestras heridas a Jesús pueden sangrar, doler, paralizar, empeorar (infectar), crecer y profundizar. Las heridas pueden pasar de ser una simple burla a afectar directamente la identidad, de ser una pregunta a dudar de Dios, de ser algo superficial a algo profundo.
Es bueno que nos acerquemos a Dios y soltemos nuestras cargas y dolores para que Jesús encuentre la herida y con su amor la sane.
No debes permanecer lastimado(a) porque Jesús ya pagó por tu dolor para que tú puedas vivir en libertad. Eso es gracia.