Es difícil creer. No es algo para "ignorantes", sino que cuesta y duele porque a veces las situaciones no ayudan a tener fe en Dios, a seguir creyendo. Me ha costado, muchas veces termino dudando porque no veo un fruto de esa "fe" que llama a las cosas que no son como si lo fueran, que mira proféticamente todo y que mantiene la vista fija en Jesús.
Decidí hablar con Dios hace unas semanas, quedar al descubierto y decirle qué sentía. Cada persona tiene sus luchas; desde las más fuertes de las que nunca se hablan, hasta las más evidentes y aparentemente sencillas. Hay una diferencia y existe, y quiero que lo sepan, porque yo no fui consciente hasta hace un par de horas...
¿Cuántos de nosotros no hemos llorado creyendo que no nos podía doler más? ¿Cuántos de nosotros no le hemos dicho a Dios que queremos que todo se acabe? ¿Cuántos no hemos preguntado "por qué"? Esa pregunta... Ese por qué nos desgasta a menudo, nos hace dudar incluso más, creer que Sus promesas no aplican para nosotros, creer que nunca va a suceder, pero hoy quiero que sepan que hay una diferencia entre "los-que-no-tienen-pruebas" y nosotros, y es que ya lo tenemos todo. Tenemos a Jesús y tenemos a Dios, y eso lo es todo, porque por Él seguimos acá, porque nos ha levantado cien veces y nos levantará millones de veces más. Tenemos a Dios, tenemos su ADN, tenemos sus fuerzas y tenemos todo.
Aunque todo esté negro, aunque el corazón duela, aunque no podamos más, ya hemos podido. En Él somos victoriosos. Lo tenemos a Él, y cuando esperamos sus promesas en Él, hay descanso, hay paz. Cuando lo tenemos a Él hay eso, hay paz aunque no lo entendamos.