Muchas veces nos animamos a empezar de nuevo con Dios, sentimos que será diferente, y con o sin temor, decidimos hacerlo. Sin embargo, somos humanos y caemos y tropezamos, entonces allí nos cuestionamos, ¿por qué? Y a decir verdad ¿quién no se lo ha preguntado? Entonces a pesar de "volver a empezar", fallamos y dudamos, pero si nos ponemos a pensar, Dios no dijo que no tendríamos pruebas. La única diferencia es que Él prometió estar con nosotros...
Pero ahora, así dice el Señor, el que te creó, Jacob, el que te formó, Israel: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. 2 Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
-Isaías 43:1-2
Y no por el hecho de fallar significa que fracasarás. Siempre debemos recordar que Jesús murió en esa cruz por nosotros, con nuestras fallas y errores. Dios nos hace sus hijos y su amor no se condiciona a nuestra manera de actuar. No nos ama menos cada vez que fallamos y siempre está dispuesto a levantarnos, y anhelo que tengamos un corazón lleno de gratitud por esto.
La muerte de Jesús fue tan valiosa que no solamente expresa su amor cuando actúas bien, sino cuando pecas y lo deshonras. Su amor es tan grande y su sacrificio tan precioso, que aún sabiendo que ibas a pecar y a pisotear su sangre (Hebreos 10:29), Él dijo que valías la pena. Aún si pecaras todo el tiempo, Él te llamaría precioso y valioso, y volvería a dar cada gota para salvarte.
Se acerca la navidad, recibimos regalos y compartimos, ¿y Él? En inglés hay una frase que dice "He is the reason for the season" (él es la razón para la temporada), así que hoy quiero preguntar, ¿qué tanto hemos dado por aquel que cargo con nuestro pecado, enfermedad y dolor? (Isaías 53:4)