Me impresiona ver como el día nos consume y nos llena de actividades, y como esto nos hace olvidarnos de lo eterno y de lo que realmente vale en nuestras vidas. Con el tiempo poco a poco Dios se vuelve en una religión y en un montón de reglas de qué hacer y qué no, ¿y quién no se aburre de un montón de reglas y límites?
Recuerdo que a mitades de este año una amiga se encontraba con su corazón dolido porque tuvo una discusión, y eso la lastimaba. Una vez ella pudo ver una salida y claridad en las cosas fue a hablar conmigo y una de las cosas que marcaron, fue cuando dijo que la vida nos consumía y esto desviaba nuestro propósito.
No dejes que las situaciones de la vida te distraigan de las cosas que en verdad valen la pena, no dejes que Dios se torne en una rutina aburrida y que hablar con Él sea religiosidad. Recuerda siempre la meta con alegría y no mantengas tu mirada en el camino porque puede resultar doloroso, pero también recuerda que tienes una misión importante en la tierra, que tu vida no es en vano.
Esta es la historia de un planeta en el que se encontraban todo tipo de enfermedades que causarían la muerte y una destrucción completa a sus habitantes. Sin embargo, habían unos pocos que ya se encontraban sanos y tenían una medicina muy poderosa con la cual podían sanar a todo el pueblo. Muchos de aquellas personas sanas decidieron repartir la medicina y sanar a más personas, pero otras se quedaron con la medicina para ellos dejando que el pueblo muriera.
Este es el relato de la Tierra, en la cuál no son solo los cuerpos los que están en juego sino las almas. Tú no fuiste hecho, sanado y liberado para guardar la medicina que es Jesús, fuiste hecho para repartirla y con ella dar libertad a muchas almas y corazones dolidos. Tú tienes también la posibilidad de que Dios dé vida a través de ti.
Este es un mundo espiritual en el que luchamos no contra carne, sino con principados y potestades (Efesios 6:12), y este es el mundo en el que tú y yo vivimos, esta es nuestra realidad y no podemos seguir huyendo de Dios y de su Palabra.
Así que hoy te pregunto en qué realidad estás viviendo. Sabes que el mundo espiritual existe, así que actúa de tal manera. Ponte la armadura y sal a la guerra.